Numeros  34 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1

Fronteras de Israel
Jos 13– 19

El Señor dijo a Moisés:
2 – Ordena a los israelitas: Cuando entren en Canaán, estarán en la tierra que les toca en herencia y éstos serán sus límites.
3 La zona del sur limitará por el desierto de Sin con Edom.
La frontera del sur arrancará del extremo del Mar Muerto por el este,
4 torcerá hacia el sur por Maale Acrabbim, y pasando por Sin dará al sur de Cades Barne; seguirá por Jasar Addar y pasará por Asemán;
5 en Asemán torcerá hacia el torrente de Egipto, para terminar en el mar.
6 La frontera del oeste será el Mar Mediterráneo: es la frontera occidental.
7 La frontera del norte la marcarán arrancando del Mar Mediterráneo hasta el Monte Hor;
8 de allí seguirán hasta la entrada de Jamat, llegando hasta Sedadá.
9 Seguirá por Zefrón, para terminar en Jasar Enán. Es la frontera del norte.
10 La frontera del este la marcarán desde Jasar Enán hasta Safán;
11 bajará desde allí hacia Rebla, al este de Enán; seguirá bajando bordeando por el este el lago de Genesaret;
12 seguirá bajando a lo largo del Jordán, para concluir en el Mar Muerto.
Ésa es su tierra y los límites que la rodean.
13 Moisés ordenó a los israelitas:
–Ésa es la tierra que repartirán a suertes y que el Señor ha ordenado dar a las nueve tribus y media.
14 Porque la tribu de Rubén por familias y la tribu de Gad por familias han recibido ya su herencia, lo mismo que media tribu de Manasés.
15 Esas dos tribus y media han recibido ya su herencia al otro lado del Jordán, frente a Jericó, al oriente.
16 El Señor habló a Moisés:
17 – Lista de personas que les repartirán la tierra: el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun.
18 Además, un jefe por cada tribu para repartir la tierra.
19 Ésta es la lista de los jefes: por la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné;
20 por la tribu de Simeón, Samuel, hijo de Amihud;
21 por la tribu de Benjamín, Eliad, hijo de Caselón;
22 por la tribu de Dan, el jefe Boquí, hijo de Yoglí.
23 Por los hijos de José: por la tribu de Manasés, el príncipe Janiel, hijo de Efod;
24 por la tribu de Efraín, el príncipe Camuel, hijo de Seftán;
25 por la tribu de Zabulón, el príncipe Elisafán, hijo de Parnac;
26 por la tribu de Isacar, el jefe Paltiel, hijo de Azán;
27 por la tribu de Aser, el jefe Ajihud, hijo de Salomí;
28 por la tribu de Neftalí, el príncipe Fedael, hijo de Amihud.
29 A éstos encargó el Señor repartir a los israelitas la herencia en la tierra de Canaán.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  34,1-29Fronteras de Israel. Los límites descritos son ideales (1-12). No hay noticia de que las doce tribus hayan ocupado este territorio así demarcado, por lo menos no antes del período de la monarquía, cuando David y luego Salomón conquistaron tierras que no lo habían sido hasta entonces. Los versículos 17-29 recogen de nuevo a los representantes de las nueve tribus y media que faltan por adquirir territorio, los cuales ya han aparecido en dos censos anteriores (capítulos 1 y 26) y, en parte, en la exploración de la tierra prometida (capítulo 13).