Jueces 18 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 31 versitos |
1

Los danitas

Por entonces no había rey en Israel. Entonces también la tribu de Dan andaba en busca de su herencia para establecerse, porque aún no había recibido su herencia entre las tribus de Israel.
2 Los danitas enviaron a cinco de sus hombres, gente valiente, de Sorá y Estaol, a explorar el país, con el encargo de examinar el país. Fueron a la serranía de Efraín y llegaron a casa de Micá para hacer noche allí.
3 Cuando estaban cerca de la casa de Micá, reconocieron la voz del levita y se acercaron. Le preguntaron:
–¿Quién te trajo acá? ¿Qué haces aquí? ¿En qué te ocupas?
4 Él les contó cómo lo había traído Micá, y añadió:
– Me ha contratado para que sea su sacerdote.
5 Ellos le pidieron:
– Consulta a Dios, a ver si va a salirnos bien este viaje que estamos haciendo.
6 El sacerdote les dio esta respuesta:
– Vayan tranquilos. El Señor ve con buenos ojos su viaje.
7 Los cinco hombres se pusieron en camino y llegaron a Lais. Observaron a la gente que vivía en aquel lugar: era gente confiada, como suelen ser los fenicios; vivían tranquilos y seguros, nadie cometía acciones ignominiosas y estaban bien abastecidos. Sidón les quedaba lejos y no tenían relaciones con los sirios.
8 Los exploradores volvieron a Sorá y Estaol, donde estaban sus hermanos, que les preguntaron:
– Hermanos, ¿qué noticias traen?
9 Respondieron:
–¡Vamos, marchemos contra ellos! Hemos visto aquel país, y es de lo mejor. ¿Por qué se quedan quietos? No duden en marchar allá a apoderarse del país;
10 que se van a encontrar con una gente confiada, unos terrenos espaciosos que Dios les da, un sitio donde no escasean los productos del campo.
11 Entonces emigraron de Sorá y Estaol seiscientos hombres armados de la tribu de Dan.
12 Subieron y acamparon cerca de Quiriat Yearim de Judá; por eso aquel sitio se llama hasta hoy Majné Dan. Queda a poniente de Quiriat Yearim.
13 Desde allí pasaron la montaña de Efraín y llegaron cerca de la casa de Micá.
14 Los cinco exploradores del país dijeron a sus hermanos:
– Sepan que en esta casa hay un efod, unos ídolos familiares y una estatua de metal fundido. Ustedes verán lo que tienen que hacer.
15 Se desviaron hacia allá, llegaron a casa del levita y lo saludaron.
16 Los seiscientos danitas armados se quedaron en guardia junto al portal de entrada,
17 y los cinco exploradores del país se adelantaron y se metieron dentro a tomar la estatua, el efod, los ídolos familiares y al sacerdote, mientras los seiscientos hombres armados estaban en guardia junto al portal de entrada.
18 Se metieron en la casa y tomaron la estatua de metal, el efod e ídolos familiares, pero el sacerdote les dijo:
–¿Qué están haciendo?
19 Le contestaron:
–¡Cállate y ven con nosotros! Queremos que nos sirvas como sacerdote y que seas como un padre para nosotros. ¿Qué te conviene más: ser sacerdote en casa de un particular o sacerdote de una tribu y un clan israelita?
20 Al sacerdote le gustó. Recogió el efod, los ídolos familiares y la estatua de metal y se fue con ellos.
21 Emprendieron la marcha, colocando al frente a las mujeres, los niños, el ganado y sus enseres.
22 Iban ya lejos de la casa, cuando Micá y los que estaban junto a la casa, dando la alarma, los persiguieron de cerca.
23 Como venían gritando, los danitas miraron atrás y preguntaron a Micá:
–¿Qué te pasa, que has dado la alarma?
24 Micá contestó:
– Me han robado mi dios, que me había hecho, y mi sacerdote y se van sin dejarme nada, ¿y todavía se atreven a preguntarme qué me pasa?
25 Los danitas le contestaron:
–¡No nos levantes la voz! No sea que algunos de los nuestros pierdan la paciencia y te ataquen, y acaben perdiendo la vida tanto tú como tus familiares.
26 Y siguieron su camino. Micá tuvo miedo, porque eran más fuertes ellos, y se volvió a casa.
27 Los danitas, con el ídolo que había hecho Micá y con el sacerdote que tenía, fueron a Lais, a aquella gente tranquila y confiada. Los pasaron a cuchillo e incendiaron la ciudad.
28 No hubo quien los librara, porque estaban lejos de Sidón y no tenían relaciones con los sirios. Estaba situada en el valle que llaman Bet-Rejob. La reconstruyeron y se instalaron en ella,
29 llamándola Dan, en recuerdo del patriarca hijo de Israel. Antiguamente se llamaba Lais.
30 Los danitas erigieron la estatua. Y Jonatán, hijo de Guersón, hijo de Moisés, con sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el destierro.
31 Todo el tiempo que estuvo el templo de Dios en Siló tuvieron instalada entre ellos la estatua de Micá.

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Introducción a Jueces

JUECES

El título del libro es antiguo, aunque no original. Mientras el libro de Josué se centra en un único protagonista, que le da su nombre, este otro se reparte entre muchos protagonistas sucesivos, que quedan asumidos bajo un título común. «Juez» es un oficio bastante definido y homogéneo; en cambio, al leer el libro nos encontramos con jefes militares, una profetisa, un extraño soldado consagrado, un usurpador y varios jefes pacíficos mal definidos, entre otros. Para ganar en claridad podríamos reunir en un grupo a los personajes que intervienen militarmente contra la opresión o la agresión extranjera -los llamados jueces mayores-, y en otro, al resto, registrado en forma de lista en 10,1-5 y 12,8-15 -los jueces menores-. De estos últimos no se cuentan maravillosas hazañas, no han merecido cantos épicos; solamente se consigna que se sucedieron en el cargo de «jueces», lo ejercieron vitaliciamente durante veintitrés, veintidós, siete, diez, ocho años, murieron y fueron sepultados en su tierra. Estos personajes aparecen en una lista de fórmulas repetidas, con todas las apariencias de lista oficial, conservada quizás en los archivos de la administración judicial. En cambio, los «jueces mayores» no se suceden continuamente, sino que surgen cuando el Espíritu del Señor los arrebata; no dirimen litigios, sino vencen al enemigo en campaña abierta o con estratagemas; rehúsan un cargo vitalicio, como Gedeón (8,22s), o mueren relativamente jóvenes, como Sansón. El sociólogo Max Weber llamó a los mayores «jefes carismáticos», con una fórmula que ha hecho fortuna, porque contrapone la institución (jueces menores) al carisma (jueces mayores).

Composición y contexto histórico del libro. ¿Cómo se explica la unificación de este material heterogéneo? Podemos imaginarnos así el trabajo del autor que compuso el libro definitivo -sin bajar a muchos detalles-: Quiso llenar el espacio de vacío histórico que discurre en el suelo de Canaán antes de la monarquía, de manera que aparezca una continuidad. Para ello echa mano del material antiguo a su disposición: por una parte, «cantares de gesta» típicos de una edad heroica, transmitidos oralmente y recogidos en colecciones menores; por otra, una lista de funcionarios centrales, que representan una verdadera institución. Con estos materiales heterogéneos construye una historia seguida, una cronología sin huecos. Realiza un trabajo de unificación, superpuesto al material preexistente.
El libro logra presentar una continuidad de salvación. Esa continuidad se desenvuelve en una alternancia irregular de momentos espectaculares y tiempos cotidianos. Todo el material está proyectado sobre la totalidad de Israel, sean los jueces institucionales (hecho probablemente histórico), sean los liberadores locales o los de la confederación.
En una primera operación tenemos que dividir el libro en una sección inicial que se refiere todavía a la conquista (1,1-2,10), un cuerpo que comprende los jueces y salvadores (2,11-16,31), un par de episodios tribales «antes de la monarquía» (17-21). En el libro de los Jueces, como en pocos del Antiguo Testamento, se puede apreciar la existencia de materiales antiguos y la elaboración artificiosa en un conjunto unificado. El material antiguo se remonta por etapas orales hasta poco después de los hechos; la composición final parece caer en tiempo del destierro, como parte de la gran Historia Deuteronomística.
El balance final es que no podemos reconstruir una historia del período. Pero sí podemos saborear unos cuantos relatos magistrales.

Mensaje religioso. La idea teológica que recorre todo el Deuteronomio, la fragilidad humana y la inagotable paciencia y providencia de Dios aparece en el libro de los Jueces como un componente del esquema narrativo con que viene tratado cada episodio: pecado del pueblo, castigo a manos de los enemigos y la aparición de un salvador carismático que lleva de nuevo a la comunidad recalcitrante a los caminos de Dios. Un paso más en la afirmación de la fe de Israel en tiempos difíciles: Dios no abandonará a su pueblo.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas