II Macabeos 15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 72 versitos |
1 Cuando recibió Nicanor la noticia de que las tropas de Judas andaban por Samaría, determinó atacarlos sin exponerse, en día de descanso.
2 Los judíos que le seguían por la fuerza le dijeron:
– No los aniquiles de esa forma tan cruel y tan bárbara. Honra ese día, honrado y santificado por el que todo lo ve.
3 Pero el bandido preguntó si había en el cielo un soberano que hubiera mandado celebrar el día del sábado.
4 Ellos le respondieron:
– El Señor vivo, el soberano del cielo, es quien mandó celebrar el día séptimo.
5 Y él replicó:
– Y yo soy soberano de la tierra, que ordeno empuñar las armas y servir los intereses del rey.
Sin embargo, no logró realizar su cruel designio.
6 Mientras Nicanor, en su orgullo y arrogancia, pensaba levantar un monumento público con las cosas que iba a quitar a las tropas de Judas,
7 el Macabeo no perdía su confianza, esperando firmemente recibir ayuda de parte del Señor,
8 y animaba a los suyos a no temer el ataque de los paganos, sino a recordar las ayudas recibidas del cielo anteriormente y a esperar la victoria que les iba a conceder el Todopoderoso.
9 Los exhortó con textos de la Ley y los Profetas, y recordándoles los combates que habían sostenido reavivó su coraje.
10 Y a la vez que los llenaba de entusiasmo les dio instrucciones, mostrándoles la perfidia de los paganos, que violaban los juramentos.
11 Así los alegró a todos, armando a cada uno no tanto con la seguridad que dan los escudos y las lanzas cuanto con el ánimo que dan las palabras de aliento. Además les contó un sueño totalmente fidedigno, una especie de visión, que los alegró a todos.
12 En el sueño vio lo siguiente: Onías, el antiguo sumo sacerdote, un hombre bueno y excelente, de aspecto venerable, de carácter suave, digno en su hablar, ejercitado desde niño en la práctica de la virtud, extendía las manos y rezaba por toda la comunidad judía.
13 Después, en igual actitud, se le apareció a Judas un personaje extraordinario por su ancianidad y su dignidad, revestido de una dignidad soberana y majestuosa.
14 Onías tomó la palabra para decir:
–Éste es Jeremías, el profeta de Dios, que ama a sus hermanos e intercede continuamente por el pueblo y la Santa Ciudad.
15 Entonces Jeremías extendió la mano derecha y entregó a Judas una espada de oro, mientras decía:
16 – Toma la santa espada, don de Dios, con la que destruirás a los enemigos.
17 Arengados por aquellas magníficas palabras de Judas, capaces de llevar al heroísmo y de infundir a los jóvenes el vigor de hombres maduros, decidieron no esperar, sino tomar la ofensiva valerosamente y decidir el asunto con valentía, todos unidos, ya que peligraban la ciudad, la religión y el templo.
18 La preocupación por sus mujeres y niños, además de sus hermanos y parientes, no les importaba mucho; temían sobre todo por el templo consagrado.
19 Ni era menor la angustia de los que quedaron en la ciudad, preocupados por el combate que iba a librarse en campo abierto.
20 Mientras todos aguardaban el desenlace inminente, ya estaban concentrándose los enemigos: el ejército formaba para la batalla, los elefantes estaban colocados en puntos estratégicos y la caballería se situaba en los flancos.
21 Al ver el Macabeo el despliegue de aquella masa, la variedad de armamento y la fiereza de los elefantes, levantó las manos al cielo invocando al Señor, que hace prodigios, sabiendo que a los que lo merecen les da la victoria, no por las armas, sino por el medio que quiere.
22 Su invocación a Dios fue la siguiente:
– Señor: tú, en tiempo de Ezequías, rey de Judá, enviaste a tu ángel y exterminó a ciento ochenta y cinco mil del campamento de Senaquerib.
23 Señor de los cielos: envíanos ahora un ángel que nos preceda sembrando un terrible pánico.
24 Que la grandeza de tu brazo quebrante a los que han llegado blasfemando contra tu pueblo santo.
Así terminó.
25 Mientras los de Nicanor avanzaban al son de trompetas y cantos de guerra,
26 los de Judas trabaron combate con el enemigo entre invocaciones y rezos;
27 y luchando con las manos, pero orando a Dios con el corazón, dejaron tendidos por lo menos a treinta y cinco mil. Y rebosaron de alegría por la intervención manifiesta de Dios.
28 Acabada la contienda, cuando volvían llenos de gozo, descubrieron a Nicanor muerto, con la armadura puesta.
29 En medio del griterío y el alboroto alababan al Señor en la lengua materna.
30 Después, el que se había entregado entero, en cuerpo y alma, combatiendo en el primer puesto por sus conciudadanos, el que nunca había perdido el afecto de su juventud para con sus compatriotas, ordenó cortar la cabeza y un brazo entero a Nicanor, y ordenó que los llevaran a Jerusalén.
31 Al llegar allí convocó a sus compatriotas y a los sacerdotes, y puesto de pie ante el altar mandó buscar a los de la fortaleza:
32 les mostró la cabeza del infame Nicanor y la mano que aquel blasfemo, lleno de arrogancia, había extendido contra la santa morada del Todopoderoso;
33 después cortó la lengua del impío Nicanor, y mandó que se la echaran a los pájaros en pedazos, y que su brazo fuera colgado frente al santuario como pago que merecía su locura.
34 Todos levantaron los ojos al cielo, alabando al Señor glorioso:
–¡Bendito tú, que has guardado sin mancha tu lugar santo!
35 Judas colgó de la fortaleza la cabeza de Nicanor, como prueba visible y manifiesta a todos de la ayuda del Señor.
36 Y todos, de común acuerdo, decretaron no dejar pasar aquel día inadvertido, sino celebrar fiesta el día trece del duodécimo mes– en arameo, Adar– , la víspera del día de Mardoqueo.
37

Epílogo

Así acabó la historia de Nicanor. Como desde aquel tiempo la ciudad quedó en poder de los hebreos, yo también pondré aquí punto final a nuestra historia.
38 Si he logrado dejarla bien escrita y construida, eso es lo que yo quería. Si me ha salido vulgar y mediocre, he hecho lo mejor que he podido.
39 Es desagradable beber vino solo o agua sola; en cambio, el vino mezclado con agua es agradable, es un placer para el gusto. Lo mismo pasa en una obra literaria, donde el estilo variado es un placer para el oído del lector.
Y con esto termino.
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Introducción a II Macabeos

2 MACABEOS

¿Un libro histórico? No estamos ante una historia en sentido clásico, sino más bien ante la transformación de datos reales en una especie de parábola o símbolo, desarrollado sobre un esquema que se podría resumir así: un Reino de Dios en la tierra, del que forman parte un pueblo de escogidos, y los demás quedan fuera. Los de dentro están ligados a su Dios, que es su verdadero rey: si no lo obedecen son escarmentados; si le son fieles participan de los bienes de esta vida y de una vida después de la muerte. Hay una comunidad entre los ciudadanos vivos y muertos: algunos difuntos viven más allá e interceden por los que viven acá; algunos mueren con culpas que los vivos pueden expiar con oraciones y sacrificios.
Todo era bello y pacífico bajo Onías; pero por el pecado de algunos judíos el Señor se encoleriza y castiga a su pueblo, culminando en el martirio de Eleazar y de los siete hermanos con su madre. Este momento es como una expiación: el Señor pasa de la cólera a la misericordia, y los acontecimientos, incluso los más adversos, se vuelven triunfalmente a favor de los judíos.
Los de fuera, o sencillamente no entran en la representación, o son extras que contemplan, o son ejecutores providenciales de un escarmiento, o son agresores que sufren un castigo ejemplar.

Estilo literario.
El autor dice en el prólogo que su tarea no ha sido fácil, y da a entender en el epílogo que ha quedado satisfecho de su trabajo y espera que les guste a los lectores. ¿Es cierto? ¿Ha conseguido el libro agradarnos a nosotros, como quizás agradó a sus contemporáneos? Hay en el libro una serie de cosas que nos desagradan: el recurso a las apariciones crea la impresión de un «deus ex machina» para los momentos de crisis; las mismas apariciones resultan de una magnificencia infantil; la tendencia a exagerar y esquematizar; el estilo hinchado y retorcido; el patetismo teatral; el placer de contar y multiplicar las bajas enemigas. Algo así sería nuestro libro en clave narrativa.
Leyendo el libro podríamos pensar en un auto sacramental barroco con mucho de tramoya y aparato escénico. El público tiene que quedar prendido en la intensidad de la pasión o de su expresión. Los personajes son más bien símbolos; el tiempo se concentra en los momentos dramáticos; los diálogos, como el de la madre de los Macabeos y sus hijos frente al tirano, están compuestos de cara a un público. También adquieren valor escénico las intervenciones corales de la multitud anónima, creando un clima e induciendo el contagio de los espectadores.
Para disculpar semejantes impresiones algunos apelan a la historia literaria: el libro es producto de su época. Pero la respuesta no basta; tener valor de documento no es tener valor literario. Además, la época no justifica el valor de sus libros, sino que los libros recomiendan o condenan una época literaria. Si lo típico de aquella época eran semejantes producciones, la época no es un momento estelar de la literatura. La obra puede ser objeto de estudio, no de disfrute.

Mensaje religioso. A favor del libro están algunas enseñanzas importantes: la fe en la resurrección, justificada por el poder creativo de Dios; la valentía de los mártires sin distinción de edad; el templo como tesoro de limosnas para los pobres; la protección divina como respuesta a la oración confiada; el triunfo del bien sobre el poder tiránico y su violencia. Son valores que fácilmente se entresacan del libro y se imprimen favorablemente en la memoria.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Macabeos 15,1-36La elocuencia al narrar la grandiosa batalla entre Judas y Nicanor nos indica que estamos cerca del final del libro. Nicanor no sólo se enfrenta a Judas, también decide enfrentarse a la ley del sábado (1-4) y al mismo Dios (5). Nicanor es un hombre con complejo de Dios que confía plenamente en su victoria; Judas en cambio, sigue poniendo toda su confianza en Dios (7s), en la oración que recuerda las intervenciones de Dios en la historia, en las Escrituras: la Ley y los Profetas (9) y en los justos, que aunque muertos, oran e interceden por los vivos (22-24).
Mientras Nicanor avanza al son de trompetas y cantos de guerra (25), Judas avanza al son de oraciones y cantos de alabanza (26). El terrible final del cuerpo de Nicanor sólo es comprensible en el contexto de la ley del Talión (33). Fueron cortados, la cabeza que se erguía orgullosa (6), el brazo que se levantaba contra el Templo (32), y la lengua que profería blasfemias (5.32). Cortar la cabeza era una acción con tradición en Israel, así lo hizo Judit con Holofernes (Jdt_13:15; Jdt_14:1), David con Goliat (1Sa_17:51.54), Gedeón con Oreb y Zeb (Jue_7:25). Muy sutilmente el autor deja ver el contraste entre Nicanor que esperaba levantar un monumento con las cosas que le iba a quitar a las tropas judías (6), y Judas que termina exponiendo como trofeo los pedazos del cuerpo de Nicanor (35).
No podía faltar en el último capítulo una alusión al amado Templo, donde se deja constancia que nuevamente ha sido salvado, que Dios lo guarda sin mancha (34), que es más importante que la propia familia (18) y que ha sido liberado gracias a Judas Macabeo.
Si el libro comenzó invitando a la celebración de la fiesta de la Purificación y Dedicación del Templo, termina invitando a celebrar y consagrar una fiesta en honor a la victoria de judas.


II Macabeos 15,37-39Epílogo. El autor añade un epílogo, satisfecho de su trabajo y de su resultado. No podemos negar que a los lectores de la época les agradó esta composición. Nosotros, sobreponiéndonos con esfuerzo al estilo y a sus muchas ideas, lo respetamos y acogemos como testimonio de fe y esperanza en momentos críticos de la historia de un pueblo.