I Samuel 1 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
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1 SAMUEL
Nacimiento de Samuel

Había un hombre sufita, oriundo de Ramá, en la serranía de Efraín, llamado Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita.
2 Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Feniná. Feniná tenía hijos y Ana no los tenía.
3 Aquel hombre solía subir todos los años desde su pueblo para adorar y ofrecer sacrificios al Señor Todopoderoso en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Elí: Jofní y Fineés.
4 Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Feniná para sus hijos e hijas,
5 mientras que a Ana le daba sólo una ración, y eso que la quería, pero el Señor la había hecho estéril.
6 Feniná, su rival, la insultaba burlándose de ella para mortificarla, porque el Señor la había hecho estéril.
7 Así sucedía año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así. Una vez Ana lloraba y no comía.
8 Y Elcaná, su marido, le dijo:
– Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos?
9 Entonces, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla, junto a la puerta del templo del Señor, Ana se levantó,
10 y con el alma llena de amargura se puso a rezar al Señor, llorando desconsoladamente.
11 Y añadió este voto:
– Señor Todopoderoso, si te fijas en la humillación de tu servidora y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu servidora y le das a tu servidora un hijo varón, se lo entrego al Señor de por vida y no pasará la navaja por su cabeza.
12 Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí observaba sus labios.
13 Y como Ana oraba en silencio, y no se oía su voz aunque movía los labios, Elí la creyó borracha
14 y le dijo:
–¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? Ve a que se te pase el efecto del vino.
15 Ana respondió:
– No es así, señor. Soy una mujer que sufre. No he bebido vino ni licor, estaba desahogándome ante el Señor.
16 No creas que esta servidora tuya es una descarada; si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción.
17 Entonces Elí le dijo:
– Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
18 Ana respondió:
–¡Que tu servidora pueda gozar siempre de tu favor!
Luego se fue por su camino, comió y no parecía la de antes.
19 A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al Señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer Ana, y el Señor se acordó de ella.
20 Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo:
–¡Al Señor se lo pedí!
21 Pasado un año, su marido, Elcaná, subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa.
22 Ana se excusó para no subir, diciendo a su marido:
– Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre.
23 Su marido, Elcaná, le respondió:
– Haz lo que te parezca mejor; quédate hasta que lo destetes. Y que el Señor te conceda cumplir tu promesa.
Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó.
24 Entonces subió con él al templo del Señor de Siló, llevando un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino.
25 Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí,
26 diciendo:
– Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí, junto a ti, rezando al Señor.
27 Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición.
28 Por eso yo se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.
Después se postraron ante el Señor.

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Introducción a I Samuel

1 SAMUEL

El libro de Samuel se llama así por uno de sus personajes decisivos, no porque sea él el autor. Está artificialmente divido en dos partes, que se suelen llamar primer libro y segundo libro, aunque en realidad constituyen la primera y segunda parte de una misma obra.

Tema del libro.
El tema central es el advenimiento de la monarquía bajo la guía de Samuel como juez y profeta. Samuel actúa como juez con residencia fija e itinerante. Aunque prolonga la serie de jueces precedentes como Débora, Gedeón, Jefté y Sansón, Samuel recibe una vocación nueva: ser mediador de la Palabra de Dios, ser un profeta. Al autor le interesa mucho el detalle y proyecta esa vocación a la adolescencia de su personaje. En virtud de dicha vocación, el muchacho se enfrenta con el sacerdote del santuario central; más tarde introduce un cambio radical: unge al primer rey, lo condena, unge al segundo, se retira, desaparece, y hasta se asoma por un momento desde la tumba. Cuando muere, toman su relevo Gad y Natán.
En otras palabras, el autor que escribe en tiempos de Josías, uno de los reyes buenos, o el que escribe durante el destierro, nos hace saber que la monarquía está sometida a la palabra profética.

Marco histórico.
Con razonable probabilidad podemos situar los relatos en los siglos XI y X a.C. Hacia el año 1030 Saúl es ungido rey, David comenzaría su reinado en Hebrón hacia el 1010 y Salomón en el 971. Los grandes imperios atraviesan momentos de cambios y crisis internas y durante este largo compás de silencio pueden actuar como solistas sobre el suelo de Palestina dos pueblos relativamente recientes en dicho lugar: filisteos e israelitas.

Maestría narrativa. Si lo referente a la historicidad es hipotético, lo que es indudable e indiscutible es la maestría narrativa de esta obra. Aquí alcanza la prosa hebrea una cumbre clásica. Aquí el arte de contar se muestra inagotable en los argumentos, intuidor de lo esencial, creador de escenas impresionantes e inolvidables, capaz de decir mucho en poco espacio y de sugerir más.
El autor o autores sabían contar y gozaban contando; no menos gozaron los antiguos oyentes y lectores; del mismo deleite debemos participar en la lectura del libro, recreándolo en la contemplación gozosa de unos relatos magistrales.

Samuel. En su elogio de los antepasados, Ben Sirá -o Eclesiástico-, traza así el perfil de Samuel: «Amado del pueblo y favorito de su Creador, pedido desde el vientre materno, consagrado como profeta del Señor, Samuel juez y sacerdote» (46,13). Sacerdote porque ofrecía sacrificios. Juez de tipo institucional, porque resuelve pleitos y casos, no empuña la espada ni el bastón de mando. Cuando su judicatura intenta convertirse en asunto familiar por medio de la sucesión de sus hijos, fracasa. Profeta, por recibir y trasmitir la Palabra de Dios. Hch_13:20 s lo llama profeta; Heb_11:32 lo coloca en su lista entre los jueces y David.
Un monte en las cercanías de Jerusalén perpetúa su nombre: «Nebi Samwil». ¿Y no es Samuel como una montaña? Descollante, cercano al cielo y bien plantado en tierra, solitario, invitador de tormentas, recogiendo la primera luz de un nuevo sol y proyectando una ancha sombra sobre la historia.

La monarquía. Fue para los israelitas una experiencia ambivalente, con más peso en el platillo negativo de la balanza. En realidad pocos monarcas respondieron a su misión religiosa y política. Aunque es verdad que los hubo buenos: David, Josafat, Ezequías, Josías (cfr. Eclo 49a). Por otra parte, los salmos dan testimonio de una aceptación sincera y hasta de un entusiasmo hiperbólico por la monarquía. Antes de ser leídos en clave mesiánica los salmos reales expresaron la esperanza de justicia y de paz, como bendición canalizada por el Ungido.
Pues bien, el autor proyecta la ambigüedad y las tensiones al mismo origen de la monarquía -remontarse a los orígenes para explicar el presente o la historia es hábito mental hebreo-. Explícita o implícitamente el libro nos hace presenciar o deducir las dos tendencias, en pro o en contra de la monarquía. Es un acto de honradez del autor el haber concedido la voz en sus páginas a los dos partidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Samuel 1,1-28Nacimiento de Samuel. Se abre el Primer libro de Samuel con la historia del nacimiento de quien será el personaje central de la obra, y quien le da el nombre al libro. El nacimiento de Samuel encuadra muy bien en el género literario «nacimiento de héroes»; mas la intencionalidad del autor no es tanto subrayar las condiciones extraordinarias en que nace el niño, de una mujer estéril, amada por su esposo, pero repudiada y humillada por otra mujer fecunda, la otra esposa de su marido; la verdadera intencionalidad es ilustrar el estado en que se encuentra la historia misma del pueblo, un pueblo al que Dios ama, pero que no produce los frutos que se esperan de ese amor, de esa relación. De entrada, pues, se comienza a percibir el sabor profético del libro que con cierta razón en el canon hebreo figura entre los profetas. Israel ha de sentir el rechazo y la burla de otros -pueblos- y debe volverse al Señor con fe y confianza, tal vez el Señor tenga piedad y lo haga fecundo. Así como Ana en su esterilidad ha concebido un hijo, del mismo modo, Israel, también en su esterilidad, traducida en estancamiento y decadencia social, religiosa y política, pueda evolucionar hacia un proyecto de pueblo más acorde con el proyecto de la justicia y de la vida, al que el Señor lo ha llamado.