Jeremías  31 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 40 versitos |
1

Retorno de los israelitas a su tierra

En aquel tiempo
– oráculo del Señor–
seré el Dios
de todas las tribus de Israel
y ellas serán mi pueblo.
2 – Así dice el Señor:
El pueblo escapado de la espada
alcanzó favor en el desierto:
Israel camina a su descanso,
3 el Señor se le apareció desde lejos.
Con amor eterno te amé,
por eso prolongué mi lealtad;
4 te reconstruiré y quedarás construida,
capital de Israel;
de nuevo saldrás enjoyada
a bailar alegremente con panderetas;
5 de nuevo plantarás viñas
en los montes de Samaría,
y los que las plantan las cosecharán.
6 ¡Es de día!,
gritarán los centinelas
en la sierra de Efraín:
de pie, a Sión,
a visitar al Señor, nuestro Dios.
7 Así dice el Señor:
Griten jubilosos por Jacob,
regocíjense
por el primero de los pueblos,
háganse oír, alaben y digan:
El Señor ha salvado
a su pueblo, al resto de Israel.
8 Yo los traeré del país del norte,
los reuniré||
desde los rincones del mundo.
Qué gran multitud retorna;
entre ellos hay ciegos y lisiados,
mujeres embarazadas
y a punto de dar a luz;
9 si marcharon llorando,
los conduciré entre consuelos,
los guiaré hacia corrientes de agua,
por camino llano y sin tropiezos.
Seré un padre para Israel,
Efraín será mi primogénito.
10 Escuchen, pueblos,
la Palabra del Señor,
anúncienla, islas remotas:
El que esparció a Israel lo reunirá,
lo guardará||
como el pastor a su rebaño;
11 el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte,
12 y vendrán entre aclamaciones
a la altura de Sión,
acudirán hacia los bienes del Señor:
trigo y vino y aceite,
y rebaños de vacas y ovejas;
será como huerto regado,
no volverán a desfallecer,
13 entonces la muchacha
gozará bailando
y los ancianos
igual que los jóvenes;
convertiré su tristeza en gozo,
los consolaré y aliviaré sus penas;
14 alimentaré a los sacerdotes
con manjares
y mi pueblo se saciará de mis bienes
– oráculo del Señor– .
15 Así dice el Señor:
Escuchen, en Ramá||
se oyen lamentos y llanto amargo:
es Raquel, que llora inconsolable
a sus hijos que ya no viven.
16 Así dice el Señor:
Reprime tus sollozos,
enjuga tus lágrimas
– oráculo del Señor– ,
tu trabajo será pagado,
volverán del país enemigo;
17 hay esperanza de un porvenir
– oráculo del Señor– ,
volverán los hijos a la patria.
18 Estoy escuchando
lamentarse a Efraín:
Me has corregido y he escarmentado,
como novillo sin domar;
hazme regresar y yo regresaré,
que tú eres mi Señor, mi Dios;
19 si me alejé, después me arrepentí,
y al comprenderlo
me di golpes de pecho;
me sentía confundido y avergonzado
de soportar el pecado
de mi juventud.
20 ¡Si es mi hijo querido Efraín,
mi niño, mi encanto!
Cada vez que lo reprendo
me acuerdo de él,
se me conmueven las entrañas
y cedo a la compasión
– oráculo del Señor– .
21 Coloca pilares, planta señales,
fíjate bien en el camino
por donde caminas,
vuelve, doncella de Israel,
vuelve a tus ciudades,
22 ¿hasta cuándo estarás indecisa,
muchacha rebelde?,
que el Señor crea
de nuevo en el país,
y la mujer abrazará al varón.
23 Así dice el Señor Todopoderoso,
Dios de Israel:
Cuando yo cambie su suerte,
se volverá a decir en Judá||
y en sus poblados:
El Señor te bendiga,
lugar de salvación, monte santo.
24 En Judá y en sus poblados
habitarán juntos los labradores
y los que se desplazan con el rebaño.
25 Daré de beber
a las gargantas sedientas,
colmaré a los muertos de hambre.
26 Yo desperté, miré||
y me pareció un sueño feliz.
27 Miren que llegan días
– oráculo del Señor–
en que sembraré||
en Israel y en Judá||
semilla de hombres
y semilla de animales.
28 Como vigilé sobre ellos
para arrancar y arrasar,
para destruir
y deshacer y maltratar,
así vigilaré sobre ellos
para edificar y plantar
– oráculo del Señor– .
29 En aquellos días ya no se dirá:
Los padres comieron uva agria,
a los hijos
se les destemplan los dientes,
30 porque el que muera,
será por su propia culpa
y tendrá dolor de muelas
el que coma uva agria.
31 Miren que llegan días
– oráculo del Señor–
en que haré una alianza nueva
con Israel y con Judá:
32 no será como la alianza
que hice con sus padres
cuando los agarré de la mano
para sacarlos de Egipto;
la alianza que ellos quebrantaron
y yo mantuve – oráculo del Señor– ;
33 así será la alianza
que haré con Israel
en aquel tiempo futuro
– oráculo del Señor– :
meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en su corazón,
yo seré su Dios
y ellos serán mi pueblo;
34 ya no tendrán
que enseñarse unos a otros,
mutuamente, diciendo:
Tienes que conocer al Señor,
porque todos,
grandes y pequeños, me conocerán
– oráculo del Señor– ,
porque yo perdono sus culpas
y olvido sus pecados.
35 Así dice el Señor:
que establece el sol
para iluminar el día,
el ciclo de la luna y las estrellas
para iluminar la noche,
que agita el mar y rugen sus olas
– su título es
Señor Todopoderoso– :
36 Cuando fallen estas leyes
que yo he dado
– oráculo del Señor– ,
la descendencia de Israel
ya no será más el pueblo mío.
37 Así dice el Señor:
Si puede medirse el cielo en lo alto,
o explorar en lo profundo
el cimiento de la tierra,
yo rechazaré a la descendencia
entera de Israel,
por todo lo que hizo
– oráculo del Señor– .
38 Miren que llegan días – oráculo del Señor– en que se edificará la ciudad del Señor, desde la torre de Hanael hasta la puerta del Ángulo.
39 La cinta de medir seguirá derecha hasta Loma de Gareb y girará hacia Goat.
40 Todo el valle de los cadáveres, el cementerio de las cenizas, hasta el valle del torrente Cedrón, y hasta la puerta de los Caballos, a oriente, estará consagrado al Señor, y ya no será arrasado ni destruido jamás.

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Introducción a Jeremías 

JEREMÍAS

La época. Sobre la época del ministerio de Jeremías estamos bastante bien informados gracias a los libros de Reyes y Crónicas, algunos documentos extrabíblicos y el mismo libro de Jeremías. Es una época de cambios importantes en la esfera internacional, dramática y trágica para los judíos. Durante la segunda mitad del siglo VII a.C. Asiria declina rápidamente, se desmorona y cede ante el ataque combinado de medos y persas. Josías, rey de Judá (640-609 a.C.), aprovecha la coyuntura para afianzar su reforma, extender sus dominios hacia el norte y atraer a miembros del destrozado reino del norte.
También se aprovecha Egipto para extender sus dominios sobre Siria y contrarrestar el poder creciente de Babilonia. Los dos imperios se enfrentan; el faraón es derrotado y cede la hegemonía a Babilonia. Josías, mezclado en rivalidad, muere en 609 a.C. En Judá comienza el juego de sumisión y rebelión que acabará trágicamente. La rebelión de uno de los reyes, Joaquín (609-598 a.C.) contra el pago del tributo, provoca la primera deportación de gente notable a Babilonia y el nombramiento de un rey sumiso, Sedecías. La rebelión de éste, provoca el asedio, la matanza y la gran deportación (586 a.C.). Judá deja de existir como nación soberana.

El profeta Jeremías. Pocas personalidades del Antiguo Testamento nos resultan tan conocidas y próximas como el profeta Jeremías, nacido en Anatot, pueblo de la tribu de Benjamín, a mediados del siglo VII a.C. A Jeremías lo conocemos a través de los relatos, de las confesiones en las que se desahoga con Dios, por sus irrupciones líricas en la retórica de la predicación. Comparado con el «clásico» Isaías, lo llamaríamos «romántico». Como sus escritos (36,23s), Jeremías es el «profeta quemado».
Su itinerario profético, que comienza con su vocación en 627 a.C., es trágico y conmovedor. Tras una etapa de ilusión y gozo en su ministerio, sucede la resistencia pasiva del pueblo, y activa y creciente de sus rivales, entre los que se encuentran autoridades, profetas y familiares. Su predicación es antipática y sus consignas impopulares. En su actuación, va de fracaso en fracaso; su vocación llega a hacerse intolerable, necesitando la consolación de Dios.
Se siente desgarrado entre la nostalgia de los oráculos de promesa y la presencia de los oráculos de amenaza que Dios le impone; entre la solidaridad a su pueblo, que le empuja a la intercesión, y la Palabra del Señor que le ordena apartarse y no interceder; entre la obediencia a la misión divina y la empatía con su pueblo. Con ojos lúcidos de profeta, contempla el fracaso sistemático de toda su vida y actividad, hasta hacerle exclamar en un arrebato de desesperación: «¡Maldito el día en que nací!... ¿Por qué salí del vientre para pasar trabajos y penas y acabar mis días derrotado?» (20,14-18).
Nuestro profeta es como un anti-Moisés. Se le prohíbe interceder. Tiene que abandonar la tierra y marchar forzado a Egipto, donde seis años después muere asesinado a manos de sus propios compatriotas. De su muerte trágica se salva un libro, y en ese libro pervive la personalidad de Jeremías con un vigor excepcional. Su vida y pasión parece en muchos aspectos una anticipación de la de Cristo.

El libro de Jeremías. Jeremías es un poeta que desarrolla con gran originalidad la tradición de sus predecesores; sobresale su capacidad de crear imágenes y de trascender visiones simples y caseras. El estilo de la poesía se distingue por la riqueza imaginativa y la intensidad emotiva. La prosa narrativa, siguiendo la gran tradición israelita de brevedad, inmediatez e intensidad, es de lo mejor que leemos en el Antiguo Testamento, haciendo de la obra una de las más asequibles para al lector de hoy.
Se suelen repartir los materiales del libro en tres grandes grupos: 1. Oráculos en verso, subdivididos en: oráculos para el pueblo y el rey, confesiones del profeta (10,18-12,6; 15,10-21; 17,14-18; 18, 18-23; 20,7-18), oráculos contra naciones paganas (25 y 46-51). 2. Textos narrativos con palabras del profeta incorporadas. 3. Discursos en prosa elaborados en estilo deuteronomista (7,1-8,3; 11,1-14; 16,1-13; 17,19-27; 18,1-12; 21,1-10; 22,1-5; 25,1-14; 34,8-22; 35,1-19).

Mensaje religioso de Jeremías. Jeremías es un profeta que vive en su propia carne el drama de una fidelidad absoluta a Dios y una absoluta solidaridad con el pueblo rebelde y desertor a quien, fiel a su vocación profética, tiene que anunciar la catástrofe a la que le llevan sus pecados.
Su fidelidad y continuo contacto con Dios, sellados por el sufrimiento, llevará a la conciencia del pueblo la necesidad de un nuevo tipo de relación con el Señor, más íntima y personal, más enraizada en el corazón de las personas que en una alianza jurídica y externa. Esta relación de obediencia es el culto que Dios desea y que deberá manifestarse en juzgar según derecho y en la defensa de la causa del huérfano y del pobre.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Jeremías  31,1-40Retorno de los israelitas a su tierra. La mención del desierto evoca el lugar geográfico que atravesó Israel cuando salió de Egipto y se dirigió a la tierra prometida; el desierto será de nuevo paso obligado para retornar a la tierra. Téngase en cuenta el valor simbólico que el desierto posee en la Biblia como paso obligado de una conciencia de oprimido a una conciencia liberada y liberadora, el paso de la esclavitud a la libertad, del pecado a la gracia. Es en el desierto, no antes, donde Israel nace al mundo como pueblo; es en el desierto donde se ejercita para vivir la libertad, la solidaridad y la igualdad; es en el desierto donde el Señor le hablará al corazón de su amada Israel para conquistarla de nuevo (cfr. Ose_2:16). Por último, es en el desierto donde los evangelios sinópticos nos llevan para contemplar las escenas del último de los profetas de la antigua alianza, pero sobre todo para mostrarnos el punto de arranque de Jesús y su proyecto: Mat_4:1-11; Mar_1:13; Luc_4:1-13. Por tanto, el desierto tiene que ser referente continuo del evangelizador hoy.