1 Entonces Salomón dijo: – El Señor quiere habitar en las tinieblas; |
2 y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre. |
3
Plegaria de Salomón 1 Re 8,14-53
Luego se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel mientras ésta permanecía de pie |
4 y dijo: – Bendito el Señor, Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David cuando le dijo: |
5 Desde el día que saqué del país de Egipto a mi pueblo, no elegí ninguna ciudad de las tribus de Israel para hacerme un templo donde residiera mi Nombre, y no elegí a nadie para que fuese caudillo de mi pueblo, Israel, |
6 sino que elegí a Jerusalén para poner allí mi Nombre y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo, Israel. |
7 Mi padre, David, pensó edificar un templo en honor del Señor, Dios de Israel, |
8 y el Señor le dijo: Ese proyecto que tienes de construir un templo en mi honor, haces bien en tenerlo; |
9 sólo que tú no construirás ese templo, sino que un hijo de tus entrañas será quien construya ese templo en mi honor. |
10 El Señor ha cumplido la promesa que hizo; yo he sucedido en el trono de Israel a mi padre, David, como prometió el Señor, y he construido este templo en honor del Señor, Dios de Israel. |
11 Y en él he colocado el arca, donde se conserva la alianza que el Señor pactó con los hijos de Israel. |
12 Salomón, de pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos. |
13 Salomón había hecho un estrado de bronce de dos metros y medio de largo por dos y medio de ancho y uno cincuenta de alto, y lo había colocado en medio del atrio; subió a él, se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel, elevó las manos al cielo |
14 y dijo: – Señor, Dios de Israel. Ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores cuando caminan delante de ti de todo corazón como tú quieres. |
15 Tú has cumplido, a favor de mi padre, David, la promesa que le habías hecho y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca. |
16 Ahora, Señor, Dios de Israel, mantén en favor de tu siervo, mi padre, David, la promesa que le hiciste: No te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, a condición de que tus hijos sepan comportarse, caminando por mi ley como has caminado tú. |
17 Ahora, Señor, Dios de Israel, confirma la promesa que hiciste a tu siervo David. |
18 Aunque, ¿es posible que Dios habite con los hombres en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que te he construido! |
19 Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu servidor, Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige tu servidor. |
20 Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu Nombre. ¡Escucha la oración que tu servidor te dirige en este sitio! |
21 Escucha las súplicas de tu servidor y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú desde tu morada del cielo, escucha y perdona. |
22 Cuando uno peque contra otro, si se le exige juramento y viene a jurar ante tu altar en este templo, |
23 escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus servidores: condena al culpable dándole su merecido y absuelve al inocente pagándole según su inocencia. |
24 Cuando tu pueblo, Israel, sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si se convierten y confiesan su pecado, y rezan y suplican ante ti en este templo, |
25 escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y hazlos volver a la tierra que les diste a ellos y a sus padres. |
26 Cuando, por haber pecado contra ti, se cierre el cielo y no haya lluvia, si rezan en este lugar, te confiesan su pecado y se arrepienten cuando tú los afliges, |
27 escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu servidor, de tu pueblo, Israel, mostrándole el buen camino que deben seguir y envía la lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo. |
28 Cuando en el país haya hambre, peste, sequía y plagas en los sembrados, langostas y saltamontes; cuando el enemigo cierre el cerco a algunas de sus ciudades; en cualquier calamidad o enfermedad, |
29 si uno cualquiera, o todo tu pueblo, Israel, ante los remordimientos y el dolor, extiende las manos hacia este templo y te dirige oraciones y súplicas, |
30 escucha tú desde el cielo donde moras, perdona y actúa, paga a cada uno según su conducta, tú que conoces el corazón, porque solo tú conoces el corazón humano; |
31 así te respetarán y marcharán por tus sendas mientras vivan en la tierra que tú diste a nuestros padres. |
32 Pero también al extranjero que no pertenece a tu pueblo, Israel: cuando venga de un país lejano, atraído por tu gran fama, tu mano fuerte y tu brazo extendido, cuando venga a rezar en este templo, |
33 escúchalo tú desde el cielo, donde moras, haz lo que te pida, para que todas las naciones del mundo conozcan tu fama y te respeten como tu pueblo, Israel, y sepan que tu Nombre ha sido invocado en este templo que he construido. |
34 Cuando tu pueblo salga en campaña contra sus enemigos por el camino que le señales, si rezan a ti vueltos hacia esta ciudad que has elegido y al templo que he construido en tu honor, |
35 escucha tú desde el cielo su oración y súplica y hazles justicia. |
36 Cuando pequen contra ti – porque nadie está libre de pecado– y tú, irritado con ellos, los entregues al enemigo, y los vencedores los destierren a un país lejano o cercano, |
37 si en el país donde viven deportados reflexionan y se convierten, y en el país de su destierro te suplican diciendo: Hemos pecado, hemos faltado, somos culpables; |
38 si en el país del destierro adonde los han deportado se convierten a ti con todo el corazón y con toda el alma, y rezan vueltos a la tierra que habías dado a sus padres, hacia la ciudad que elegiste y el templo que he construido en tu honor, |
39 desde el cielo donde moras escucha tú su oración y súplica, hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti. |
40 Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos y tus oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar. |
41 Y ahora, levántate, Señor Dios, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder; que tus sacerdotes, Señor Dios, se vistan de gala, que tus fieles rebosen de felicidad. |
42 Señor Dios, no rechaces a tu ungido; recuerda la lealtad de David, tu servidor. |