Numeros  6 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

Nazireato
Jue 13– 16

El Señor habló a Moisés:
2 – Di a los israelitas: Cuando un hombre o una mujer quiera hacer un voto especial al Señor, voto de nazireato,
3 se abstendrá de vino y licor, no beberá vinagres de vino ni de licor, no beberá zumo de uvas ni comerá uvas frescas ni pasas.
4 Mientras dure su voto, no probará ningún producto de la vid, ni vino, ni semillas, ni siquiera pellejos.
5 Mientras dure su voto de nazireato, la navaja no le tocará la cabeza; hasta que termine el tiempo de su dedicación al Señor, está consagrado y se dejará crecer el pelo.
6 Mientras dure el tiempo de su dedicación al Señor, no se acercará a ningún cadáver:
7 ni de su padre ni de su madre, ni de su hermano ni de su hermana; si mueren, no se contaminará con ellos, porque lleva en la cabeza la diadema de su Dios.
8 Mientras dura su nazireato está consagrado al Señor.
9 Si alguien muere de repente junto a él y se contamina su cabeza dedicada, se afeitará la cabeza el día de la purificación, es decir, el séptimo día.
10 Al octavo llevará al sacerdote, a la puerta de la tienda del encuentro, dos tórtolas o dos pichones de paloma.
11 El sacerdote ofrecerá uno en expiación y otro en holocausto, y expiará por el pecado que cometió con el cadáver. Ese día consagra su cabeza y dedica al Señor el tiempo de su nazireato.
12 Ofrecerá un cordero de un año como sacrificio de reparación. Y el tiempo precedente no cuenta, porque había contaminado su nazireato.
13 Instrucción sobre el nazireato: Cuando concluya el tiempo de su nazireato, irá a la puerta de la tienda del encuentro,
14 llevando como ofrenda al Señor un cordero de un año sin defecto para el holocausto, una cordera de un año sin defecto para el rito de expiación y un carnero sin defecto para el sacrificio de comunión.
15 Además, una cesta de panes sin levadura de harina de la mejor calidad, tortas amasadas con aceite, galletas sin levadura untadas de aceite, con sus correspondientes ofrendas y libaciones.
16 El sacerdote lo presentará al Señor haciendo el holocausto y el sacrificio expiatorio.
17 El carnero se lo ofrecerá al Señor en sacrificio de comunión, con la cesta de panes sin levadura; el sacerdote ofrecerá también las ofrendas y libaciones.
18 Entonces el nazireo se afeitará la cabeza a la puerta de la tienda del encuentro, tomará el pelo de su nazireato y lo echará en el fuego del sacrificio de comunión.
19 El sacerdote tomará la pierna cocida del carnero, una torta sin levadura y una galleta sin levadura de la cesta, y lo pondrá en manos del nazireo cuando éste se haya afeitado.
20 Después el sacerdote lo agitará ritualmente ante el Señor: serán porción santa del sacerdote además del pecho agitado ritualmente y la pierna del tributo; después el nazireo podrá beber vino.
21 Ésta es la ley del nazireo, la ofrenda que promete al Señor por su nazireato, sin contar lo demás que pueda ofrecer. Lo que haya prometido con voto lo cumplirá, según la ley del nazireato.
22

Bendición sacerdotal
Sal 67

El Señor habló a Moisés:
23 – Di a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas:
24 El Señor te bendiga y te guarde,
25 el Señor te muestre
su rostro radiante
y tenga piedad de ti,
26 el Señor te muestre su rostro
y te conceda la paz.
27 Así invocarán mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.

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Introducción a Numeros 

NUMEROS

A este libro que nosotros llamamos «Números», por la referencia a los dos censos que contiene y por la minuciosidad aritmética que ofrece en cuestiones relacionadas con el culto, la tradición judía, según su costumbre, lo llaman «En el desierto», pues es una de las primeras palabras con las que comienza el relato. El desierto es el marco geográfico y también teológico, en el que se llevan a cabo todas las acciones.

Contexto del libro. El pueblo sigue en el desierto: sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la tierra prometida después de un largo rodeo (21,10-33,49). A lo largo del peregrinaje va enriqueciendo su caudal de leyes o disposiciones.
El autor sacerdotal (P) ha convertido las andanzas de grupos seminómadas durante varios años en la marcha procesional de todo Israel, perfectamente dividido por tribus y clanes, perfectamente organizado y dispuesto como para un desfile militar o una procesión sacra. Las tribus son «los escuadrones» del Señor, cada una con su banderín o estandarte, que avanzan en rigurosa formación: en el centro, el Arca y la tienda; alrededor, los aaronitas y levitas y las doce tribus, tres por lado.
El viaje se realiza en cuarenta etapas (33), a toque de trompeta (10). El término del viaje es tierra sagrada y también es sagrada la organización; los israelitas son peregrinos hacia la tierra de Dios.
En contraste con este movimiento regular, se lee una serie poco trabada de episodios; entre ellos sobresalen el de los exploradores (13s) y el de Balaán (22-24). El primero narra la resistencia del pueblo, que provoca una dilación y un largo rodeo. El segundo muestra el poder del Señor sobre los poderes ocultos de la magia y la adivinación: el adivino extranjero se ve transformado en profeta de la gloria de Israel. Vemos a Moisés en su tarea de jefe y legislador, en sus debilidades y desánimos, en su gran intercesión a favor del pueblo.

Mensaje religioso. Sobre el sobrecogedor escenario del «desierto», imagen de nuestro peregrinar por la tierra, se va desarrollando la relación continua entre Dios y su pueblo Israel (símbolo de todos los pueblos). Dios es el guía de la peregrinación hacia la tierra prometida; a veces, lo hace con intervenciones de una presencia fulgurante; otras, silenciosamente, a través de la mediación de los profetas y hombres sabios que Él se ha escogido de entre el mismo pueblo.
El pueblo no es siempre dócil y fiel. Desobedece, se revela, pierde la meta de su peregrinación, añora otros caminos más fáciles y placenteros. Dios se irrita, reprende, castiga, pero siempre es el Dios que salva.
El libro de los Números nos ha dejado el ideal del «desierto», de las tentaciones y de la lucha, como el lugar privilegiado del encuentro del ser humano con su Dios. Tan gravado quedó en la conciencia colectiva de Israel, que toda reforma posterior será una llamada profética al ideal «desierto».
Es también el «desierto» a donde Jesús se retira antes de iniciar su vida pública para profundizar en su identidad de Hijo de Dios y vencer las tentaciones del maligno. Y serán también los Padres y las Madres del desierto, en la primera gran reforma del cristianismo, los que dejarán ya para toda la historia de la Iglesia la impronta indeleble del «desierto» como camino de conversión y reencuentro con Dios.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Numeros  6,1-27Legislaciones varias. Estos dos capítulos están dedicados a la legislación sobre aspectos varios de la vida del pueblo. El motivo fundamental de estas leyes es la preocupación por lograr un culto lo más perfecto posible, que implica necesariamente la pureza de la asamblea. Recordemos que en la mentalidad de la escuela teológico-literaria sacerdotal (P) Israel es, ante todo, una comunidad cultual que hace posible la presencia permanente de Dios entre ellos mediante la pureza en todos sus órdenes. De ahí que las leyes y normas para el culto y la disposición personal afecten a todos los aspectos de la vida humana: aspecto físico o salud corporal (5,1-4); aspecto social, en lo referente a las relaciones de propiedad (5,5-10); aspecto familiar, en lo relativo a las relaciones de pareja (5,12-31); finalmente, el aspecto religioso (6,1-21), concerniente a la costumbre de consagrarse al Señor mediante un voto, llamado «voto de Nazireato».
Como puede verse, son leyes y exigencias propias de un determinado modo de pensar, de la llamada escuela teológico-literaria sacerdotal (P). Los sacerdotes son los que juzgan, determinan y realizan los distintos ritos de normalización y restablecimiento del orden que había sido roto; son los únicos que tienen la potestad de bendecir al pueblo según una fórmula establecida (6,22-26).