Juan  6 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 71 versitos |
1

Da de comer a cinco mil
cfr. Mt 14,13-22; Mc 6,30-45; Lc 9,10-17

Después de esto pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea – el Tiberíades– .
2 Le seguía un gran gentío, porque veían las señales que hacía con los enfermos.
3 Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos.
4 Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Levantando la vista y viendo el gentío que acudía a él, Jesús dice a Felipe:
–¿Dónde compraremos pan para darles de comer?
6 Lo decía para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
7 Felipe le contestó:
– Doscientas monedas de pan no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.
8 Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice:
9 – Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es eso para tantos?
10 Jesús dijo:
– Hagan que la gente se siente.
Había hierba abundante en el lugar. Se sentaron. Los hombres eran cinco mil.
11 Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: dándoles todo lo que quisieron.
12 Cuando quedaron satisfechos, dice Jesús a los discípulos:
– Recojan las sobras para que no se desaproveche nada.
13 Las recogieron y, con los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los comensales, llenaron doce canastas.
14 Cuando la gente vio la señal que había hecho, dijeron:
–Éste es el profeta que había de venir al mundo.
15 Jesús, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
16

Camina sobre el agua
cfr. Mt 14,23-33; Mc 6,46-52

Al atardecer los discípulos bajaron hasta el lago.
17 Subieron a la barca y atravesaron el lago hacia Cafarnaún. Había oscurecido y Jesús no los había alcanzado aún.
18 Soplaba un fuerte viento y el lago se encrespaba.
19 Cuando habían remado unos cinco o seis kilómetros, ven a Jesús que se acercaba al barco caminando sobre el agua, y se asustaron.
20 Él les dice:
– Yo soy, no teman.
21 Quisieron subirlo a bordo, y enseguida la barca tocó tierra, en el lugar al que se dirigían.
22

El pan de vida

A la mañana siguiente la gente que se había quedado en la otra orilla vio que allí no había más que un bote, siendo así que los discípulos se habían ido solos y Jesús no se había ido con ellos.
23 Desde Tiberíades llegaron otras barcas y atracaron cerca del lugar donde el Señor dio gracias y ellos comieron el pan.
24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron en los botes y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25 Lo encontraron a la otra orilla del lago y le preguntaron:
– Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?
26 Jesús les respondió:
– Les aseguro que no me buscan por las señales que han visto, sino porque se han hartado de pan.
27 Trabajen no por un alimento que perece, sino por un alimento que dura y da vida eterna; el que les dará el Hijo del Hombre. En él Dios Padre ha puesto su sello.
28 Le preguntaron:
–¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?
29 Jesús les contestó:
– La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquél que Él envió.
30 Le dijeron:
–¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito:
Les dio a comer pan del cielo.
32 Les respondió Jesús:
– Les aseguro, no fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo.
33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron:
– Señor, danos siempre de ese pan.
35 Jesús les contestó:
– Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed.
36 Pero ya les he dicho: ustedes [me] han visto y sin embargo no creen.
37 Los que el Padre me ha confiado vendrán a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera;
38 porque no bajé del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y ésta es la voluntad del que me envió, que no pierda a ninguno de los que me confió, sino que los resucite [en] el último día.
40 Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que contempla al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré [en] el último día.
41

El que está junto al Padre

Los judíos murmuraban porque había dicho que era el pan bajado del cielo;
42 y decían:
–¿No es éste Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que ha bajado del cielo?
43 Jesús les dijo:
– No murmuren entre ustedes.
44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré el último día.
45 Los profetas han escrito que todos serán discípulos de Dios. Quien escucha al Padre y aprende vendrá a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre, sino el que está junto al Padre; ése ha visto al Padre.
47 Les aseguro que quien cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.
49 Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron.
50 Éste es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no muera.
51

cfr. Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,14-20; 1 Cor 11,23-25

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne.
52 Los judíos se pusieron a discutir:
–¿Cómo puede éste darnos de comer [su] carne?
53 Les contestó Jesús:
– Les aseguro que si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del Hombre, no tendrán vida en ustedes.
54 Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
55 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
56 Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
57 Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
58 Éste es el pan bajado del cielo y no es como el que comieron sus padres, y murieron. Quien come este pan vivirá siempre.
59 Esto dijo enseñando en la sinagoga de Cafarnaún.
60

Quejas de los discípulos

Muchos de los discípulos que lo oyeron comentaban:
– Este discurso es bien duro: ¿quién podrá escucharlo?
61 Jesús, conociendo por dentro que los discípulos murmuraban, les dijo:
–¿Esto los escandaliza?
62 ¿Qué será cuando vean al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes?
63 El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida.
64 Pero hay algunos de ustedes que no creen. Desde el comienzo sabía Jesús quiénes no creían y quién lo iba a traicionar.
65 Y añadió:
– Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos lo abandonaron y ya no andaban con él.
67

Palabras de vida
cfr. Mt 16,13-20; Mc 8,27-30; Lc 9,18-21

Así que Jesús dijo a los Doce:
–¿También ustedes quieren abandonarme?
68 Simón Pedro le contestó:
– Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
69 Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios.
70 Jesús les respondió:
–¿No soy yo, acaso, el que los eligió a ustedes, los Doce? Sin embargo uno de ustedes es un diablo.
71 Lo decía por Judas Iscariote, uno de los Doce, que lo iba a entregar.

Patrocinio

 
 

Introducción a Juan 

Juan

El más puro y radical de los evangelios. También el originalísimo libro de Juan es un evangelio. Y si Evangelio es proclamar la fe en Jesús para provocar la fe del oyente, éste es el más puro y radical. Si en el Antiguo Testamento la existencia humana se decidía frente a la ley de Dios (cfr. Dt 29), en Juan ésta se decide frente a Jesús: por Él o contra Él, fe o incredulidad.

Jesús, camino que conduce al Padre. La persona de Jesús ocupa el centro del mensaje de Juan. Su estilo descriptivo es intencionadamente realista, quizás como reacción contra los que negaban la realidad humana del Hijo de Dios -docetismo-. Juan nos lleva a «ver y palpar» a su protagonista. Pero su realismo es simbólico, cargado de sentido, que la fe descubre y la contemplación asimila. El evangelista se propone desvelar el misterio de Jesús como camino para descubrir el rostro de Dios. Si en Marcos Jesús se revela como Hijo de Dios a partir del bautismo, y en Mateo y Lucas a partir de su concepción, Juan se remonta a su preexistencia en el seno de la Trinidad. Desde allí, desciende y entra en la historia humana con la misión primaria de revelar al Padre.

El camino de Jesús. Para captar el alcance de la misión histórica del Jesús que nos presenta Juan, hay que sumergirse en el mundo simbólico de las Escrituras: luz, tinieblas, agua, vino, boda, camino, paloma, palabra. O en sus personajes: Abrahán, Moisés, Jacob-Israel, la mujer infiel de Os 2, David, la esposa del Cantar de los Cantares, mencionados explícitamente o aludidos en filigrana para quien sepa adivinarlos. Pero, por encima de todo, resuena en su evangelio el «Yo soy» del Dios del Antiguo Testamento, que Jesús se apropia reiteradamente.
Juan utiliza sus materiales y sus recursos con libertad y dominio. Su patria es la Escritura, que hace presente en unas cuantas citas formales -lejos de la abundancia de Mateo-, en frases alusivas que se adaptan a otra situación, en un tejido sutil de símbolos apenas insinuados, como invitando a un juego de enigmas y desafíos. Sobre este trasfondo, Juan hace emerger con dramatismo la progresiva revelación del misterio de la persona de Jesús, luz y vida de los hombres, hasta su «hora» suprema en que se manifestará con toda su grandeza. Simultáneamente, junto a la adhesión de fe, titubeante a veces, de unos pocos seguidores, surge y crece en intensidad la incredulidad que provoca esta revelación. La luz y las tinieblas se ven así confrontadas hasta esa «hora», la muerte, en la que la aparente victoria de las tinieblas se desvanece ante la luz gloriosa de la resurrección. Entonces, Padre e Hijo, por medio del Espíritu, abren su intimidad a la contemplación del creyente.

Destinatarios. La comunidad de Juan muestra conocer familiarmente el Antiguo Testamento y el judaísmo. Pero está separada de él, no por cuestiones de observancia, sino por la fe en Jesús. Es una comunidad preparada ya para caminar en la historia entre dificultades y persecuciones esperando la definitiva venida del Señor, de la que ya participa en esperanza por la experiencia mística y por la acción del Espíritu. El evangelista deja entrever a unos cristianos y cristianas que viven la presencia de Jesús en los sacramentos: el bautismo en el diálogo con Nicodemo y los símbolos del agua (3); la eucaristía en el milagro y discurso de los panes (6,1-58) y en el lavatorio de los pies -acto humilde de solidaridad ejemplar- (13,1-17); el perdón de los pecados en el don del Espíritu, después de la resurrección (20,22s). Pero los destinatarios de Juan son los hombres y las mujeres de todos los tiempos para quienes Jesús se hizo hombre a fin de revelarles el verdadero rostro de Dios. O como lo dice el mismo evangelista al final de su narración: estas señales «quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él» (20,31).

Autor, fecha y lugar de composición. Una tradición antigua ha identificado al autor con el apóstol Juan. Hoy día es muy difícil mantener esta opinión. La mayoría de los biblistas atribuye el evangelio a un discípulo suyo de la segunda generación. Por su familiaridad con el Antiguo Testamento y el sabor semítico de su prosa, debió ser judío. En cuanto a la fecha de su composición se propone la última década del s. I; y respecto al lugar, Éfeso.

Plan del evangelio: la «hora» de Jesús. Es esta «hora» la que aglutina y estructura todo el evangelio de Juan, marcando el ritmo de la vida de Jesús como un movimiento de descenso y de retorno.
El evangelista comienza con un prólogo (1,1-18) en que presenta a su protagonista, la Palabra eterna de Dios, que desciende a la historia humana haciéndose carne en Jesús de Nazaret con la misión de revelar a los hombres el misterio salvador de Dios. Esta «misión» es su «hora».
A este prólogo sigue la primera parte de la obra, el llamado «libro de los signos» (2-12), que describe el comienzo de la misión de Jesús. A través de siete milagros a los que el evangelista llama «signos» y otros relatos va apareciendo la novedad radical de su presencia en medio de los hombres: el vino de la nueva alianza (2,1-11); el nuevo templo de su cuerpo sacrificado (2,13-22); el nuevo renacer (3,1-21); el agua viva (4,1-42); el pan de vida (6,35); la luz del mundo (8,12), la resurrección y la vida (11,25).
A continuación viene la segunda parte de la obra, el llamado «libro de la pasión o de la gloria» (13-21). Ante la inminencia de su «hora», provocada por la hostilidad creciente de sus enemigos, Jesús prepara el acontecimiento con el gesto de lavar los pies a sus discípulos (13,1-11), gesto preñado de significado: purificación bautismal, eucaristía, anuncio simbólico de la humillación en la pasión. Luego realiza una gran despedida a los suyos en la última cena (13,12-17,26) en la que retoma y ahonda los principales temas de su predicación. Por fin, el cumplimiento de su «hora» y el retorno al Padre a través de la pasión, muerte y resurrección (18-21).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Juan  6,1-15Da de comer a cinco mil. La multiplicación de los panes se cuenta en todos los evangelios, mirando al milagro del maná en el Éxodo y a la celebración de la eucaristía en la comunidad cristiana. Como en la sección anterior, Jesús es fuente de vida, el pan de vida, que alimentó a cinco mil y que seguirá alimentando a millones de creyentes. Andrés y Felipe, como en otros lugares de este evangelio, hacen el oficio de intermediarios (1,41.45; 6,7s; 12,20-22). Jesús manda recoger las sobras para que no se pierda nada. Desde el principio, los Padres de la Iglesia vieron en las sobras un símbolo de los fieles cristianos que se recogen en la Iglesia, y que no se deben perder. Como en la primera multiplicación de los panes de Marcos, sobran doce canastas (Mar_6:43), lo suficiente para alimentar a un nuevo Israel. La respuesta entusiasta de la gente de proclamar rey a Jesús lleva a éste a alejarse de ellos.


Juan  6,16-21Camina sobre el agua. Este milagro, como el anterior, se encuentra en la tradición sinóptica. Juan no lo dramatiza. Lo importante parece ser que Jesús se revela a los discípulos empleando el nombre de Dios en el Antiguo Testamento: «Yo soy». Si hubieran entendido y recordado que Jesús se revelaba y hablaba como Dios, todo el discurso que sigue tendría perfecto sentido.
Juan  6,22-40El pan de vida. La narración está muy estilizada. La multitud busca a Jesús, se embarca (haría falta toda una flotilla) y lo encuentra en Cafarnaún. Lo buscan por motivos humanos, por las ventajas que Jesús les puede ofrecer. Todo el sermón y el diálogo que siguen están centrados en los versículos 41-43 que tiene sus elementos ordenados concéntricamente:
A. Los judíos murmuraban...
B. Era el pan bajado del cielo...
C. ¿No es éste Jesús?...
B1. Dice que ha bajado del cielo...
A1. No murmuren entre ustedes.
La pregunta fundamental a la que se responde en este discurso, como en casi todo el evangelio, es sobre la identidad de Jesús. El discurso tiene dos partes: Jesús es el pan de vida (6,31-40) y el alimento sacramental que se comparte en la eucaristía (6,41-59). La palabra de Jesús es pan de vida que se recibe por la fe (35.40).
Juan  6,41-59El que está junto al Padre. Jesús es el Dios que alimenta a su pueblo como lo hizo en el pasado por medio de Moisés. El primer pan fue temporal y perecedero. El pan de Jesús produce vida eterna. Este alimento está ligado al sacrificio de Jesús que derrama su sangre por los suyos.
Juan  6,60-71Quejas de los discípulos - Palabras de vida. La respuesta de muchos discípulos al discurso del pan de vida, como la de los judíos del desierto, fue la murmuración y la protesta. La respuesta del discípulo ideal está puesta aquí en labios de Pedro, que ve en Jesús el pan y la palabra de vida eterna. Juan enmarca la respuesta de fe de Pedro con dos alusiones a Judas, el traidor (64.71). De algún modo, la traición de Judas se prepara desde este punto, cuando se niega a creer en Jesús y a aceptar la eucaristía.