Lucas 8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 56 versitos |
1

Mujeres que siguen a Jesús

A continuación fue recorriendo ciudades y pueblos proclamando la Buena Noticia del reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
2 y algunas mujeres que había sanado de espíritus inmundos y de enfermedades: María Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
3 Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes; Susana y otras muchas, que los atendían con sus bienes.
4

El sembrador
Mt 13,1-23; Mc 4,1-20

Se reunió un gran gentío y se añadían los que iban acudiendo de una ciudad tras otra. Entonces les propuso una parábola:
5 – Salió el sembrador a sembrar la semilla. Al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino; las pisaron y las aves del cielo se las comieron.
6 Otras cayeron sobre piedras; brotaron y se secaron por falta de humedad.
7 Otras cayeron entre espinos, y al crecer los espinos con ellas, las ahogaron.
8 Otras cayeron en tierra fértil y dieron fruto al ciento por uno.
Dicho esto, exclamó:
– El que tenga oídos que escuche.
9 Los discípulos le preguntaron el sentido de la parábola,
10 y él les respondió:
– A ustedes se les concede conocer los secretos del reino de Dios; pero a los demás se les habla en parábolas:
Para que viendo, no vean,
y escuchando, no comprendan.
11 El sentido de la parábola es el siguiente:
La semilla es la Palabra de Dios.
12 Lo que cayó junto al camino son los que escuchan; pero enseguida viene el Diablo y les arranca del corazón la palabra, para que no crean y se salven.
13 Lo que cayó entre piedras son los que al escuchar acogen con gozo la palabra, pero no echan raíces; ésos creen por un tiempo, pero al llegar la prueba se echan atrás.
14 Lo que cayó entre espinos son los que escuchan, pero con las preocupaciones, la riqueza y los placeres de la vida se van ahogando y no maduran.
15 Lo que cae en tierra fértil son los que escuchan la palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen y dan fruto gracias a su perseverancia.
16

La luz de la lámpara
Mt 5,15; Mc 4,21

Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la coloca en el candelero para que los que entran vean la luz.
17

Mt 10,26; Mc 4,22

No hay nada encubierto que no se descubra algún día, ni nada escondido que no se divulgue y se manifieste.
18

Mt 13,12; 25;29; Mc 4,25

Presten atención y oigan bien: porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará aun lo que parece tener.
19

La madre y los hermanos de Jesús
Mt 12,46-50; Mc 3,31-35

Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no lograban acercarse por el gentío.
20 Le avisaron:
– Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
21 Él les replicó:
– Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.
22

Calma una tempestad
Mt 8,23-27; Mc 4,35-41

Uno de aquellos días subió él a una barca con los discípulos y les dijo:
– Vamos a cruzar a la otra orilla del lago.
Zarparon
23 y, mientras navegaban, él se quedó dormido. Se precipitó un temporal sobre el lago, la barca se llenaba de agua y peligraban.
24 Entonces fueron a despertarlo y le dijeron:
–¡Maestro, que nos hundimos!
Él se despertó e increpó al viento y al oleaje; el lago se apaciguó y sobrevino la calma.
25 Les dijo:
–¿Dónde está la fe de ustedes?
Ellos llenos de temor y admiración se decían:
–¿Quién es éste que da órdenes al viento y al agua, y le obedecen?
26

El endemoniado de Gerasa
Mt 8,28-34; Mc 5,1-20

Navegaron hasta el territorio de los gerasenos, que queda enfrente de Galilea.
27 Al desembarcar, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, que estaba endemoniado. Llevaba bastante tiempo sin ponerse una túnica y no vivía en una casa, sino en los sepulcros.
28 Al ver a Jesús, dio un grito, se echó ante él y dijo gritando:
–¿Qué tienes conmigo, Hijo del Dios Altísimo?, te suplico que no me atormentes.
29 Es que Jesús estaba mandando al espíritu inmundo salir de aquel hombre; ya que muchas veces se apoderaba de él; y aunque lo ataban con cadenas y grillos, rompía las cadenas y el demonio lo empujaba a lugares despoblados.
30 Jesús le preguntó:
–¿Cómo te llamas?
Contestó:
– Legión, porque habían entrado en él muchos demonios.
31 Éstos le rogaban que no los mandase ir al abismo.
32 Había allí una piara numerosa de cerdos pastando en el monte. Los demonios le suplicaron a Jesús que les permitiese entrar en los cerdos. Él se lo concedió;
33 y los demonios, saliendo del hombre, se metieron en los cerdos. La piara, entonces, se abalanzó por un acantilado al lago y se ahogó.
34 Al ver lo sucedido, los pastores escaparon y lo contaron en la ciudad y en los campos.
35 Los vecinos salieron a ver lo sucedido y, llegando adonde estaba Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, vestido y sentado, a los pies de Jesús y en su sano juicio. Y se asustaron.
36 Los que lo habían visto les contaron cómo se había librado el endemoniado.
37 Entonces todos los vecinos de la región de los gerasenos le rogaron a Jesús que se marchase; porque estaban muy atemorizados. Jesús se embarcó de vuelta.
38 El hombre del que habían salido los demonios pidió quedarse con él. Pero Jesús lo despidió diciendo:
39 – Vuelve a tu casa y cuenta lo que te ha hecho Dios.
Él fue por toda la ciudad proclamando lo que había hecho Jesús.
40

Sana a dos mujeres
Mt 9,18-26; Mc 5,21-43

Cuando volvió Jesús, lo recibió la gente, porque todos lo estaban esperando.
41 En esto se acercó un hombre, llamado Jairo, jefe de la sinagoga; cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa,
42 porque su hija única, de doce años, estaba muriéndose. Mientras caminaba, la multitud lo apretujaba.
43 Una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias, [que había gastado en médicos su entera fortuna] y que nadie le había podido sanar,
44 se le acercó por detrás y le tocó el borde de su manto. Al instante se le cortó la hemorragia.
45 Jesús preguntó:
–¿Quién me ha tocado?
Y, como todos lo negaban, Pedro dijo:
– Maestro, la multitud te cerca y te apretuja.
46 Pero Jesús replicó:
– Alguien me ha tocado, yo he sentido que una fuerza salía de mí.
47 Viéndose descubierta, la mujer se acercó temblando, se postró ante él y explicó delante de todos por qué lo había tocado y cómo se había mejorado inmediatamente.
48 Jesús le dijo:
– Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz.
49 Aún estaba hablando, cuando llegó uno de la casa del jefe de la sinagoga y le anuncia:
– Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro.
50 Lo oyó Jesús y respondió:
– No temas; basta que creas y se salvará.
51 Cuando llegó a la casa no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan, Santiago y los padres de la muchacha.
52 Todos lloraban haciendo duelo por ella.
Pero él dijo:
– No lloren, que no está muerta, sino dormida.
53 Se reían de él, porque sabían que estaba muerta.
54 Pero él, tomándola de la mano, le ordenó:
– Muchacha, levántate.
55 Le volvió el aliento y enseguida se puso de pie. Jesús mandó que le dieran de comer.
56 Sus padres quedaron sobrecogidos de admiración y él les encargó que no contaran a nadie lo sucedido.

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Introducción a Lucas

Lucas

Contexto histórico. La obra de Lucas nos sitúa en la segunda generación cristiana. Los cristianos se van asentando y expandiendo cada vez más dentro del mundo romano, aunque son vistos frecuentemente con recelo y sospecha. Urge, pues, presentar el ideal cristiano como un ideal apto e inofensivo para la sociedad romana, como una práctica religiosa que puede subvertir el mundo no con la violencia de las armas ni de las guerras, sino con la fuerza del Espíritu que ya está actuando y que va convirtiendo muchos corazones al Señor Jesús. Por otro lado, en la medida que se radicaliza la ruptura entre la Iglesia cristiana y la Sinagoga judía, va surgiendo en las comunidades cristianas cierto rechazo a la historia de salvación precedente, y es necesario resaltar que une el cristianismo con el judaísmo. Este es, quizás, el contexto en que Lucas escribe su evangelio.

Destinatarios.
Por los datos que nos brinda el evangelio, se trataría de una comunidad de cristianos mayoritariamente de origen pagano y geográficamente distante de Palestina. Ella estaría llamada a ser testigo del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo al plan del imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
La tradición lo ha titulado «según san Lucas», dando así su autoría al «médico querido» de Pablo ( Col_4:14 ), que también aparece en Flm_1:24 . En cuanto a la fecha de su composición, el autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén (año 70), pero no de la persecución de Domiciano (año 90-95), y también parece vivir el rechazo oficial de la sinagoga a los cristianos (entre el año 85 y 90); por eso muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto al lugar de su composición hay mucha conjetura. La tradición habla tanto de Cesarea, Alejandría como del sur de Grecia, entre otros lugares.

Un evangelio que forma parte de una gran obra singular.
A pesar de su fuerte dependencia de Marcos y del hipotético documento Q, Lucas presenta un evangelio muy peculiar que le distingue notablemente de los demás.
Parte de un plan más amplio
. . Constituye la primera parte de una obra mayor que continúa con los Hechos de los Apóstoles, y ocupa una posición intermedia en el gran arco de la historia de la salvación, que comprende: el tiempo de las promesas del Antiguo Testamento; el tiempo de Jesús, realización de las promesas del Antiguo Testamento; y el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la acción del Espíritu Santo. La conexión entre estos «tres tiempos» de la historia de la salvación es esencial para conocer la misión de Jesús tal como nos la presenta Lucas en su evangelio. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan esa tensión entre el pasado y el momento culminante que ha llegado. No menos importante es la continuación de la obra de Jesús: la expansión de la Iglesia. Como el Antiguo Testamento profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus «Hechos», Lucas se complace en establecer paralelos, en ver en esos pioneros de la primera evangelización el modelo de Jesús que sigue presente y actuando en su Iglesia y en el mundo.
Visión histórica.
Lucas se presenta como un historiador al mejor estilo griego: cuidadoso en consultar sus fuentes y exponer los hechos. Sabe recoger y ordenar los datos de los acontecimientos que le interesa narrar. Sin dejar de proclamar la fe, intenta hacer una obra de historiador. Entrelaza su relato con fechas de la historiografía secular, colocando así la misión de Jesús en el amplio marco de los acontecimientos del imperio. En su evangelio una comunidad de creyentes, autónoma y consolidada vuelve la mirada hacia sus orígenes, hacia la vida de Jesús, desde sus inicios hasta su ascensión al cielo. Y a la vez, una comunidad, sanada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y de su vocación histórica en el seno de la ordenación política y cultural de su tiempo.

Jerusalén
. Es el centro geográfico y teológico de su obra. Allí comienza y concluye el itinerario de Jesús. De allí arranca la evangelización, en alas del Espíritu, hasta el confín del mundo.

Jesús, movido por el Espíritu, anuncia la liberación. Los «tres tiempos» de la historia de la salvación se mueven en Lucas a impulso del Espíritu Santo. Es Él el que inspira y guía a los profetas y las profetisas del Antiguo Testamento hasta sus dos últimos representantes, Simeón y Ana ( Col_2:25-38 ). Es Él el que desciende plena y definitivamente sobre Jesús de Nazaret ( Col_3:21 s). Y es Él el que, siendo ya el Espíritu del resucitado, inaugura el tiempo de la Iglesia en Pentecostés, llevando la palabra de vida y liberación del Evangelio hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos. El tema dominante de su evangelio arranca de la escena programática en la que Jesús, movido por el Espíritu, da inicio a su ministerio: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres... la libertad a los cautivos... a los oprimidos... para proclamar el año de gracia del Señor» ( Col_4:18 s). Después vendrá el viaje ascencional hacia Jerusalén ( Col_9:51 ), que llevará a Jesús junto a sus discípulos hacia la cruz, hacia el cielo.
Por el camino va derramando la misericordia y el perdón, acogiendo a los pecadores, buscando a los extraviados y ayudando a los pobres y necesitados. Su predicación se abre a los paganos -incluso procura dejar bien parados a varios personajes romanos-, a la vez que registra una creciente oposición de las autoridades judías. Las mujeres, minusvaloradas y despreciadas en su cultura, desempeñan un papel sobresaliente en su ministerio. Como fruto de la liberación, va dejando tras de sí una estela de gozo y de alegría. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos.
Con otra escena programática cierra Lucas su evangelio: Jesús resucitado, en viaje hacia Emaús, propone la clave pascual del cumplimiento de la profecía y la sella con una eucaristía ( Col_24:13-35 ).

Sinopsis. Empieza con una doble introducción, notable por su construcción en bloques paralelos: infancia de Juan y de Jesús (1s). Continúa con el bautismo y las tentaciones ( Col_3:1-4 , 13). El ministerio en Galilea se abre con la fuerza del Espíritu ( Col_4:14 ) y se cierra con el poder del nombre de Jesús actuando más allá del círculo de sus discípulos ( Col_9:49 s). Sigue el gran viaje a Jerusalén como cuadro narrativo (,28) y concluye toda la obra en esta ciudad: confrontación, pasión, muerte, resurrección y ascensión (,53).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Lucas 8,1-3Mujeres que siguen a Jesús. En Jesús han caído todos los prejuicios contra la mujer, porque en Él hay que arrancar desde el origen mismo del plan del Padre que nos hizo hombre y mujer; a ambos los bendijo y les confió la administración, el goce y la humanización de la obra creada. Con toda razón el reino anunciado e iniciado por Jesús se sale de todo molde, de toda expectativa.


Lucas 8,4-15El sembrador. Cualquiera podría pensar que Jesús habla aquí de un sembrador descuidado, ineficiente. Haciendo un balance, es más la semilla que se pierde que la que tiene éxito. Pues ahí está reflejado el punto central que Jesús quiere resaltar; lo que él ha venido experimentando a lo largo de su ministerio: mucha gente, muchos aplausos, mucha admiración, mucha fama, pero, ¿qué? ¿Cuántos están comprometidos real y efectivamente con la tarea de la instauración del reino? La cuestión no está, entonces, en la cantidad, en las manifestaciones masivas de acogida y de aprobación de su propuesta. La cuestión está en la calidad, no importa que sean pocos los que se comprometan en la tarea, lo importante es la radicalidad, la capacidad de entregarse por completo a la tarea de la instauración del reino.
Lucas 8,16-18La luz de la lámpara. La luz del evangelio y de la fe es dada para comunicarla y compartirla. El que no la comparte acabará perdiéndolo todo, hasta lo que aparenta tener.
Lucas 8,19-21La madre y los hermanos de Jesús. En el paralelo de este pasaje (Mar_3:31-35) se puede ver mucho más claramente que también María tiene que hacer un discernimiento profundo y radical para seguir a Jesús. Su primacía en el grupo de seguidores no se la asegura el mero parentesco; ella tiene que ganarse el título de seguidora también a base de fe y de renuncia y de superar el legalismo para ponerse al servicio de la Palabra, y en ese sentido participar de la fraternidad universal que inauguran Jesús y su Evangelio. El contexto, en cambio, en el que Lucas ubica este relato, es la parábola del sembrador y la semilla. Lucas presenta como un paradigma de tierra abonada a la madre de Jesús, haciendo ver que ella también tiene que aceptar como condición ineludible una sociedad solidaria y fraterna, donde vale más la unidad que surge en torno al gran proyecto del reino que los mismos lazos de consanguinidad. Recordemos que desde los relatos de la infancia de Jesús Lucas presenta a María como el modelo de oyente de la Palabra que escucha y medita en su corazón (cfr. 1,29; 2,19.51).
Lucas 8,22-25Calma una tempestad. Con este relato, Lucas busca generar fe y confianza entre los miembros de su comunidad; muchas son las dificultades y zozobras que tiene que afrontar cada creyente, pero también la comunidad. Sin embargo, no hay que temer, porque en la frágil barca que afronta las dificultades del rechazo, de la hostilidad y de las contradicciones internas, está Jesús. Cierto que ya Él no está presente físicamente en la comunidad («duerme»), pero está su palabra, su ejemplo de vida y su invitación constante a que fortalezcamos cada día más nuestra fe.
Lucas 8,26-39El endemoniado de Gerasa. Los tres sinópticos hacen mención de la actividad de Jesús en territorio vecino a Israel, aunque Lucas menos que Mateo y Marcos; de todos modos, se ve que es una tradición sobre la actividad de Jesús entre extranjeros, claro que con muchos arreglos y adiciones a la primaria tradición oral. Lo que en definitiva quiere resaltar Lucas es el señorío absoluto de Jesús aún en tierra extranjera.
Lucas 8,40-56Sana a dos mujeres. Este relato contiene la narración de dos milagros en el mismo hilo narrativo. Ya desde el comienzo hay dos cosas que contrastan: la hija de Jairo es apenas una niña de doce años, y la hemorroisa que es una persona adulta; tal vez la mitad o más de sus años relegada de su familia y de la sociedad a causa de su hemorragia crónica. Las leyes que relegaban a esta mujer las encontramos en Lev_15:19-27. Ambas son situaciones de muerte, y a cada una las atiende Jesús transformándolas en situaciones de vida. La sanación de Jesús consiste en ratificar la salud de la mujer y su derecho a una vida digna gracias a su fe.