Ezequiel  12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1

PRIMERA ACTIVIDAD DEL PROFETA II
Al destierro
2 Re 25,11

Me dirigió la palabra el Señor:
2 – Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde: tienen ojos para ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no oyen; porque son un pueblo rebelde.
3 Tú, Hijo de hombre, prepara el equipaje del destierro y emigra a la luz del día, a la vista de todos; a la vista de todos emigra a otro lugar, a ver si lo ven; porque son un pueblo rebelde.
4 Saca tu equipaje, como quien va al destierro, a la luz del día, a la vista de todos, y tú sal al atardecer, a la vista de todos, como quien va al destierro.
5 A la vista de todos abre un boquete en el muro y saca por allí tu equipaje.
6 Cárgate al hombro tu equipaje, a la vista de todos sácalo en la oscuridad; tápate la cara, para no ver la tierra, porque hago de ti una señal para la casa de Israel.
7 Yo hice lo que me mandó: saqué mi equipaje como quien va al destierro, a la luz del día; al atardecer abrí un boquete en el muro, lo saqué en la oscuridad, me cargué al hombro mi equipaje, a la vista de todos.
8 A la mañana siguiente me dirigió la palabra el Señor:
9 – Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, el pueblo rebelde, qué es lo que hacías?
10 Pues respóndeles: Esto dice el Señor: Este oráculo contra Jerusalén va por el príncipe y por toda la casa de Israel que vive allí.
11 Di: Soy señal para ustedes; lo que yo he hecho se lo harán ellos: irán – cautivos– al destierro.
12 El príncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el equipaje, abrirá un boquete en el muro para sacarlo, lo sacará en la oscuridad y se tapará la cara para que no lo reconozcan.
13 Pero tenderé mi red sobre él y lo cazaré en mi trampa; lo llevaré a Babilonia, país de los caldeos, donde morirá sin poder verla.
14 A su escolta y a su ejército los dispersaré a todos los vientos y los perseguiré con la espada desnuda.
15 Y sabrán que yo soy el Señor cuando los desparrame por los pueblos y los disperse por los territorios.
16 Pero dejaré a unos pocos, supervivientes de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten sus prácticas idolátricas por los pueblos adonde vayan, y sepan que yo soy el Señor.
17 Me dirigió la palabra el Señor:
18 – Hijo de hombre, come el pan con estremecimiento, bebe el agua con temblor y susto.
19 Para los terratenientes dirás: Esto dice el Señor a los que habitan en Jerusalén en la tierra de Israel:
Comerán el pan con susto,
beberán el agua con miedo,
porque devastarán
y despoblarán su país
por las violencias de sus habitantes;
20 arrasarán las ciudades habitadas
y el país quedará desolado,
y sabrán que yo soy el Señor.
21

Estribillos
Is 5,18s

Me dirigió la palabra el Señor:
22 – Hijo de hombre, ¿qué significa ese refrán que dicen en la tierra de Israel: Pasan días y días y no se cumple la visión?
23 Pues diles: Esto dice el Señor: Acabaré con ese refrán y no volverán a repetirlo en Israel. Diles tú este otro: Ya está llegando el día en que se cumplirá la visión.
24 Porque ya no habrá visiones vanas ni vaticinios engañosos en la casa de Israel.
25 Porque yo, el Señor, diré lo que tenga que decir, y lo que diga se hará, no se retrasará más; sino que en sus días, pueblo rebelde, lo diré y lo haré – oráculo del Señor– .
26 Me dirigió la palabra el Señor:
27 – Hijo de hombre, mira lo que anda diciendo la casa de Israel: Las visiones de éste van para largo, a largo plazo profetiza.
28 Diles: Esto dice el Señor: No se retrasarán más mis palabras; lo que diga lo haré – oráculo del Señor– .

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  12,1-20Al destierro. Dos nuevas acciones simbólicas para ilustrar el rumbo que tomarán los acontecimientos en Judá y Jerusalén. Haciendo una especie de pantomima, Ezequiel da a entender que hasta el mismo rey de Judá buscará huir, pero no escapará al castigo (12-14). La consecuencia de la invasión definitiva será el hambre y la muerte.


Ezequiel  12,21-28Estribillos. Se alarga el plazo, la visión no se cumple. A lo mejor, nosotros hemos dicho lo mismo en más de una ocasión. Ezequiel se contenta con reafirmar lo que ha dicho. Para muchas personas, la profecía es en primer lugar un punto de interrogación: ¿es verdadera o falsa? Mientras más detalles haya en la profecía, más contento se está, porque es fácil ver si la profecía era realmente inspirada. En realidad, Dios no envía a los profetas para que se presten a ese juego. El profeta habla, y lo que vale es su respuesta al llamado de Dios. Con frecuencia no anuncia nada nuevo, sino que renueva un mensaje que permanecía en el pasado y al que le da vida. Nos sentimos impactados o no por la fuerza de sus intervenciones y la resonancia que encuentran en los corazones rectos; tratamos de discernir comparando sus dichos con muchas otras palabras del pasado que nos fueron transmitidas por la Escritura y por la comunidad del pueblo de Dios. Eso es lo esencial. Es bueno que verifiquemos la realización de la profecía, pero a veces ésta se realiza sólo parcialmente, muy mal o de un modo muy distinto al que se podía esperar.