Salmos 97 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 12 versitos |
1 El Señor reina, salte de gozo la tierra,
alégrense las islas innumerables.
2 Nubes y nubarrones lo rodean,
Justicia y Derecho sostienen su trono.
3 Delante de él avanza fuego,
que llamea también a su espalda.
4 Sus relámpagos iluminan el mundo,
y al verlo, la tierra se estremece.
5 Los montes se derriten como cera
en presencia del Señor,
ante el Dueño de toda la tierra.
6 Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.
7 Se sonrojan los que adoran estatuas
y los que se glorían en sus nulidades;
ante él se postran todos los dioses.
8 Lo oye Sión y se alegra,
se regocijan las poblaciones de Judá,
por tu actuación providencial, Señor,
9 porque tú Señor,
eres el Altísimo sobre toda la tierra,
muy por encima de todos los dioses.
10 El Señor ama a quienes odian el mal,
preserva la vida de sus fieles,
los libra de la mano del malvado.
11 Despunta la luz para los justos
y la alegría para los rectos de corazón.
12 Festejen, justos, al Señor,
den gracias a su Nombre santo.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 97,1-12En este nuevo himno a la realeza divina asistimos al juicio de los idólatras y de los malvados. La proclamación «Dios reina» (1) pone en movimiento el salmo. Toda la tierra y las islas del Mediterráneo son invitadas a entonar la alabanza. Dios se presenta como soberano majestuoso en medio de nubarrones y envuelto en fuego (2s), mientras la tierra se convulsiona (4), como en las teofanías clásicas (cfr. Deu_4:11; Miq_3:1-7). Los cielos actúan de testigos notariales (6). La reacción de los idólatras es de bochorno, pues sus dioses son nulidades (7). El único Altísimo sobre toda la tierra es Dios (9). Las poblaciones de Judá se alegran por ello, y también porque Dios protege a sus fieles o les preserva la vida (10). A la alegría de Judá se añade el gozo de los justos (12). Heb_1:6 cita el versículo 7c, según la traducción de los LXX. La competencia del juicio se le atribuye a Cristo (cfr. Jua_5:25; Jua_9:35-38; Hch_10:42). Hoy día no han desparecido ni los ídolos ni los idólatras. El mal continúa siendo odiado por Dios. En este contexto bien podemos orar con este salmo.